miércoles, 24 de noviembre de 2010

AHORA Y SIEMPRE: LA TRINIDAD ECONÓMICA, PARA NOSOTROS. Cap. 13






¿Qué relación guarda la creación con la Santísima Trinidad?
La virtud creadora del universo, es de toda la Trinidad; los tres divinos participan cada uno en conformidad con su propiedad y su orden. Pero ¿cuál es la respuesta entonces a nuestra pregunta inicial? Dentro de la tradición teológica tenemos dos grandes vertientes.
-       La primera corriente, forma más bien monoteísta que trinitaria, afirma que la creación salió de la libre decisión de la voluntad divina. Dios es Omnipotente y absolutamente libre. Esta corriente presenta la creación como una obra hecha fuera de la comunión trinitaria.
-       La segunda corriente parte del misterio del amor y comunión perijorética entre los divinos tres. La idea de la creación, como desbordamiento de la comunión trinitaria, es eterna y co-eterna con la Trinidad. Eternamente el Padre ama al Hijo; eternamente el Hijo responde con amor al amor recibido; el Espíritu Santo ama desde el principio al Padre y al Hijo, y juntos, todos ellos se unen en un único movimiento de auto-entrega y amor.
La comunión y el amor que circulan entre el Padre, el Hijo y el Espíritu, es una comunión y un amor entre co-iguales y co-eternos. La creación temporal significa la manifestación del amor y de la comunión trinitaria, para aquello que no es Dios, es decir, la criatura; es aquí en donde el amor trinitario se vuelca hacia afuera. La creación es de la Trinidad, viene de la Trinidad, va hacia la Trinidad, refleja a la Trinidad, pero, ella, no es la Trinidad. La creación no fue un capricho de la Trinidad, ella es producto de esa voluntad de los tres divinos, de encontrarse con lo diferente, para poder incluirlo en su comunión eterna.
Las tres divinas personas, en su orden trinitario, participan en el acto único de la creación. El Padre es la causa original, que actúa por la inteligencia (el Hijo y el amor (el Espíritu). La creación no se refiere simplemente al Dios trino sin distinción de personas, sino a cada persona que actúa personalmente con las propiedades de la hipóstasis. Así pues, la creación tiene carácter trinitario. El Padre crea por el Hijo en el Espíritu Santo, es decir que por el Espíritu, la creación es introducida en la comunión trinitaria. Él está siempre activo en toda la creación, ha sido derramado sobre toda carne (He. 2:17), especialmente en nuestra interioridad; toda ella da voces diciendo de donde proviene.
Los rasgos trinitarios no son perceptibles únicamente en el cosmos, sino también en la criatura, en aquel ser que está hecho a imagen y semejanza de la divina Trinidad, y así como la Trinidad es todo un misterio, podríamos decir que el ser humano por más que se auto-comunique, por más que desvele así mismo o con y para el otro, es todo un misterio, un mundo de interrogantes. Cuando la persona vive la intimidad del misterio, esta presencia trinitaria significa una verdadera inhabitación de los tres divinos en el corazón del justo. Cuanto más justamente viva el justo, más deja transparentar el misterio de la vida (Padre), más brilla en él la verdad (Hijo), más amor irradia (Espíritu Santo).
La persona es esencialmente social y un ser en comunión. Vivir humanamente es siempre convivir, en el ejercicio de la co-humanidad es donde cada uno llega a personalizarse verdaderamente. El libro de Génesis nos da testimonio  de que la humanidad está hecha a imagen y semejanza de Dios, por lo tanto, el ser humano se hace imagen de la trinidad  en la medida en que realiza la comunión y establece de donación y de acogida.
Como vemos, tanto la vida humana como el total de la creación, quedan inmersos en la comunión trinitaria; de todas las formas, el misterio de la Trinidad se hace presente y palpable dentro de la creación y de la historia.

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