miércoles, 24 de noviembre de 2010

COMO ERA EN EL PRINCIPIO: LA TRINIDAD INMANENTE, EN SÌ MISMA. Cap. 12

Al género humano le resulta muy difícil representar la eternidad de Dios, ya que su experiencia de vida, está enmarcada dentro de un tiempo y un espacio. Para la comprensión humana es bastante complejo entender que, antes de que existiera el universo, antes de que existiera la más mínima partícula de vida en el cosmos, antes de que existiera el más mínimo indicio de inteligencia, antes de que existiese el tiempo mismo, el Padre, el Hijo y el Espíritu Santo, ya existían. Dios existe desde siempre, él es, la eternidad misma.
¿Qué conocemos de esta Trinidad? Lo que conocemos es únicamente lo que ella misma nos ha dado a conocer bien sea a través de palabras o de acciones. Especialmente por la obra del Hijo en su encarnación y la del Espíritu en su pneumatificación.
Desde el comienzo de los tiempos la Trinidad se ha manifestado tal cual es. Al Hijo tomar la realidad humana de Jesús de Nazaret, está auto-entregándose total y completamente, es Dios mismo encarnándose en el hombre Jesús y plantando su tienda entre nosotros, esto significa que existe el Hijo del Padre en sí mismo inmanentemente.
De igual forma sucede con el Espíritu Santo, es él quien nos transforma, quien nos guía a través del Hijo al Padre, para hacernos hijos e hijas en el Hijo, es él quien nos confirma que Jesús es el Hijo liberador. Se presenta al mundo en su misión de encarnación, lo que quiere decir que el Espíritu Santo es Dios con el Padre y el Hijo. Como Dios trino se nos revela tal como es, la Trinidad inmanente guarda una correlación con la Trinidad económica.
Lo que conocemos de la Trinidad en nuestra historia es efectivamente Dios tal como él es en sí mismo, Trinidad. Pero la Trinidad como misterio absoluto es mucho más de lo que se nos manifiesta. La auto-entrega se da dentro de los límites espacio-temporales de la humanidad, lo que quiere decir que el misterio de la Trinidad se escapa de toda percepción que de la misma pueda tener el género humano. La auto-comunicación del Hijo y del Espíritu Santo significa la presencia de lo eterno en el tiempo, de lo infinito en lo infinito, de lo divino  en lo humano.
Considerando la historia de la salvación y la forma como entraron en el mundo el Hijo y el Espíritu Santo hemos de reconocer que privilegiaron la oscuridad y la kénosis. Lo que vemos, no es el deslumbramiento de la gloria, sino la sencillez y la humildad en todo su explendor. En su condescendencia el Hijo y el Espíritu santo han asumido las condiciones humanas sometidas al pecado; liberaron y redimieron desde dentro, la vida y el cosmos; el Emanuel en su acción liberadora.
La pasión y muerte de Jesús, demostraron su gran amor y misericordia; condescendiendo hasta el llamado de auxilio del desprotegido. Amor que se entrega en sacrificio incondicional, en ofrecimiento de perdón. La actitud de indiferencia y crueldad de las gentes, no opacan ni cambian ese amor.
El Espíritu Santo es por excelencia la vida y la comunicación de esa vida en la comunión y unión. Es él quien reviste de fuerza, fortaleza, coraje, esperanza a todos aquellos condenados a morir antes de tiempo. Es él quien se hace fuerte en medio de la debilidad, es la luz al final de sendero. Solo cuando la creación en su totalidad sea liberada, la Trinidad se revelará de forma comprensible a la criatura, hecha a imagen y semejanza de la Trinidad. Entonces la manifestación en forma de siervo, pasará a la manifestación en forma de Dios.
Hasta este momento todo estudio sobre la Trinidad se ha acercado a reflexiones teológicas únicamente; pero al final de todo camino teológico, solo resta callar, guardar silencio ante tan abismado misterio de divinidad, que nos invita a tener frente a ella canticos de alabanza, de gratitud, de adoración, de contemplación, de admiración, de felicidad eterna. Esta felicidad es la propia Trinidad, mostrándose como trinidad de personas distintas en la unidad de una misma comunión, de un solo amor y de una única vida, comunicada, recibida y devuelta.

No hay comentarios:

Publicar un comentario