lunes, 8 de noviembre de 2010

LA DOCTRINA TRINITARIA EN UNA SITUACIÓN CULTURAL EN CAMBIO Cap. 6

  1. Cambios que afectan a la doctrina trinitaria
El sentido de la fe nos garantiza que el misterio trinitario debe ser el más próximo, más iluminador del sentido de la vida que puede imaginarse. Persiste la sospecha de que la complicación conceptual y terminológica se debe más a nuestra herencia cultural y a nuestra forma de pensar que al misterio mismo.
Nuestra época se caracteriza por la crisis de la razón, accedemos a la realidad no sólo por la razón sino también por el corazón. Debido a todo esto, la doctrina clásica de la Trinidad ha perdido para nuestras generaciones gran parte de su fuerza persuasiva.
Se hace necesario y urgente rehacer la experiencia de la fe en el Dios cristiano Padre, Hijo y Espíritu Santo. Al hablar de la Trinidad necesitamos ver, en la fe, el fenómeno divino expresado en nuestro hablar. Es decir, la reflexión sobre las personas en sí mismas, en su proceso eterno, tiene que guardar una estrecha relación con las manifestaciones de las mismas  dentro de nuestra historia salvífica, en la gesta del Hijo encarnado en Jesucristo y en la acción del Espíritu actuando siempre en los procesos históricos.
Dios y el mundo no son realidades que se opongan simplemente como inmanencia y trascendencia, como tiempo y eternidad, como criatura y Creador; si introducimos las categorías de historia, de proceso, de libertad, aparece el juego de las relaciones, la dialéctica de la inclusión mutua. El mundo empieza a pertenecer a la historia del Dios trino.
Las doctrinas de la Trinidad deben apuntar hacia la realidad del Dios trino y en la medida de lo posible, transportarnos al corazón del misterio mismo.
  1. Caminos de acceso a la Trinidad Santa
En la reflexión trinitaria hay que partir siempre de la Trinidad económica, es decir, de la revelación del misterio tal como nos lo presentan las Escrituras.
La Trinidad no ha sido revelada como “doctrina” sino como historia del Hijo encarnado en Jesús y como gesta vivificadora del Espíritu Santo. A partir de la Trinidad económica, la teología puede elevarse a una especulación que intenta vislumbrar la Trinidad inmanente, cómo son en sí las personas divinas y cómo se relacionan mutuamente.
Aquí se desprenden varias actitudes teóricas:
Ø  Actitud doxológica: Es aquella en la que el teólogo queda satisfecho con lo que encuentra en el Nuevo Testamento y la tradición litúrgica, y renuncia a ir más allá de lo que expresan los datos normativos. Podemos decir que aquí  no hay teología, sino exégesis y piedad.
Ø  Actitud historicista: El teólogo se atiene estrictamente a la revelación histórica de la trinidad. La historia se presenta para él como un proceso del propio Dios. Esta actitud absolutiza de tal forma la historia que proyecta realidades nuevas en el propio misterio de Dios. Esta actitud parece romper con la tradición de la fe.
Ø  Actitud dialéctica: El teólogo asume radicalmente lo que significa la presencia de la Trinidad en la historia y la historia en la Trinidad. Se trata de un misterio de salvación, comunicado no para nuestra curiosidad, sino para nuestra divinización.
            A partir de esta fundamentación la teología puede reflexionar sobre el Dios trino, no sólo en su relación con la historia, sino en sí mismo, como misterio  escondido que se revela y que sigue siendo misterio en la revelación. De esto resulta una elaboración sistemática de la verdad trinitaria revelada,  proyectada en varias tendencias:
            2.1 Prolongando y ahondando en la tradición: Los nuevos aportes sobre la  noción de persona ha inquietado a un gran número de teólogos que  intentan prolongar y enriquecer la comprensión clásica. Para los modernos   la persona significa un ser-de-relación, y por el hecho de tratarse de una realidad espiritual, la persona es esencialmente conciencia, no únicamente en sentido psicológico, sino en sentido ontológico como presencia  permanente del espíritu en sí mismo.
            La relación presente en los pronombres personales yo, tu, nosotros, designan al individuo no como encerrado en sí mismo, sino en cuanto abierto al otro. Entonces el Padre puede designarse como el yo intratrinitario que suscita el tú intratrinitario, que es el Hijo; el Espíritu Santo que procede el Padre y del hijo, puede ser considerado como el nosotros del Padre y del Hijo.
            Esta reflexión trinitaria nos deja ver que las personas humanas son creadas a imagen y semejanza de la Trinidad. El juego de amor, de vida y de relaciones intersubjetivas en el seno de la Santísima trinidad se refleja en   las relaciones humanas y sociales.
            2.2 Alternativas al concepto de persona: Por otro lado hay un grupo de   teólogos que ven un despiste en los modernos conceptos de persona;  según ellos se puede caer en un triteísmo vulgar. A raíz de estas dificultades Barth propone que se eche mano a un concepto antiguo “modus entitativos”. El modo de ser no es un nuevo ser. De esta forma Barth  mantiene la unidad en Dios; sin embrago sugiere que se mantenga el  concepto de persona para calificar a Dios y superar así una representación   impersonal y substancialista.
            Rahner ofrece una reflexión genial sobre la Trinidad; presenta a Dios como un misterio absoluto que se autocomunica. Esta autocomunicación tiene un triple aspecto: la autocomunicación como realidad comunicada (Padre), la autocomunicación como realidad que se expresa (Hijo), La autocomunicación como realidad que acoge la autocomunicación en el  amor (Espíritu Santo). Para no caer en posibles errores, Rahner aconseja   que no se abandone la terminología clásica del término persona.
            2.3 La perspectiva comunitaria y social de la Trinidad: La renovación de la  teología trinitaria se está realizando a partir de una reflexión, sobre las  relaciones comunitarias y sociales que envuelven a todos los hombres y  mujeres entre sí, y también a las personas divinas.
            Moltmann ha elaborado una reflexión sobre la base de una visión  comunitaria de la Trinidad: Dios es comunidad de personas y no simplemente el uno; Su unidad existe en la forma de comunión de los  divinos tres entre sí y con la historia. La unidad fruto de la comunión, incluye a la humanidad y a la creación.
            2.4 La teología transexista del Dios-Padre maternal y del Dios-madre paternal: El postulado que hacen las corrientes de la teología feminista consiste en la creación de conceptos que no puedan ser manipulados sexistamente, y de imágenes que permitan captar la experiencia global de lo humano que se da siempre bajo el signo del varón y de la mujer.
            Hemos llegado a un punto de la historia en que se nos permite expresar a  Dios en la riqueza de las dos formas de comunión y de ea-existencia, la  masculina y la femenina. Así, nuestra experiencia de Dios puede ser más  completa e integradora.

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